EL GRITO DE GIRARDOT
Pasó a la historia como Héroe de Bárbula; la crónica dice que cayó exánime, envuelto en la bandera, con una bala incrustada en el pecho.
Fue una tarde triste aquella, a pesar del triunfo patriota. Sucedió en la conocida “Batalla de Bárbula”, se llamaba Atanasio Girardot, primer militar neogranadino, sacrificado en bien de la independencia venezolana.
Los cerros de Bárbula presenciaron la escena.
Una magnífica estatua lo recuerda hoy, en el mismo lugar del sacrificio. El sol de la mañana ilumina la figura que se destaca desde lejos; pero en la tarde, los reflejos vespertinos la convierten en sombra, recortada en el tiempo de los fantasmas.
Todo ocurrió en 1813, comenzando a fraguarse, la República. Bolívar estaba en Valencia y Girardot, cumpliendo órdenes suyas enfrenta a los realistas, junto a otros destacados oficiales venezolanos. El choque fue fulminante, certero, rápido, la victoria, total.
Sin embargo, en los últimos instantes de la batalla, Girardot intenta clavar la bandera en lo alto, como gesto final del triunfo. El destino tenía reservada una bala de un fusil trágico, encontrando el corazón del Coronel valiente. Su cuerpo, fue enterrado en la catedral de Valencia y su corazón llevado a Caracas, con honores de Héroe.
Su último grito, desgarrante sonoro, aún se deja oír a través de los cerros del valle, en las tardes neblinosas del tiempo barbuleño.
Autor: Fritz Kuper
Naguanagua en el tiempo y la niebla
Ediciones Alcaldia del Municipio Naguanagua, Edo. Carabobo 2005



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